martes, 26 de junio de 2007

Pushkar ( 2a parte )



Llevo pocos días en Pushkar, y siento que es de esos pueblos tranquilos, acogedores y mágicos en los que podría pasar-me una buena temporada al puro estilo “shanti shanti”, como a mi me gusta. Para la gente de aquí ya no soy el típico turista al que abordar constantemente para sacar beneficio fácil, y esto hace que pueda deambular por las calles relajado, sin tensiones y sin tener que ir dando explicaciones a casi nadie de porque no quiero comprar nada. De momento me estoy dedicando a la vida contemplativa. He decidido no utilizar la cámara de vídeo todavía para no encontrarme con un exceso de material a mi vuelta a Barcelona, pero cada vez me cuesta más. La feria está a punto de empezar y todo es tan auténtico y sorprendente para mí que necesito plasmarlo. De hecho, ya hace un par de días que los comerciantes han iniciado los contactos entre ellos y se puede respirar el bullicio en el ambiente. El desierto que había al lado del pueblo cuando llegué, ahora está completamente lleno de vida nómada, de negocios fugaces, de tránsito pasajero, de jolgorio esporádico. De la nada al caos en pocos días.



Mientras yo voy disfrutando de paseos interminables entre camellos y familias enteras que viven al aire libre, de mercados de todos los tamaños y colores, y de mujeres con saris de revista. De ratos de paz y lectura al lado de uno de los lagos más sagrados del hinduismo, de momentos inolvidables en la tienda del vendedor de marionetas, de conversaciones más o menos interesantes con amigos del tiempo perdido o de noches bajo una luna cada día más llena.





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