domingo, 22 de abril de 2007

Primer viaje en autocar

Hoy os voy a hablar de mi primer viaje en autocar, que a pesar de saber que sería largo, unas 16 horas, nunca hubiese imaginado así, no por negativo, sino por intenso, extremo, insólito, genuino. Puro India. El trayecto: BOMBAY-UDAIPUR, unos 850 km. Por el precio del billete (800 rupias, unos 15 euros) el autocar no podía ser de lujo pero…Exteriormente era cutre y destartalado (como la mayoría de las cosas en India) y por dentro un cuadro. Había una zona con asientos normales y corrientes y otra dividida en compartimentos, dobles o individuales donde uno podía ir tumbado. Con lo que yo había pagado tenía derecho a uno individual (2 metros de largo por 1,5 de ancho) donde íbamos yo y mis maletas, situado en la parte superior del autocar.

Estando ubicado allí arriba, como en un “zulito” en movimiento, pensé que podría haber sido peor, pero todavía no había visto nada. En las 2 primeras horas de trayecto ya habíamos parado 7 veces para recoger gente, en los compartimentos que yo pensaba que eran para 2 persones se metían 4 y hasta 5. Gente amontonada en el suelo (en un lance del viaje llegue a contar hasta 12) y evidentemente el único turista, el rey de la casa.

De repente llegamos a una gran explanada en medio de ningún sitio donde debía haber unos 30 autocares como el mío o peor, y con gente saliendo de debajo de las piedras intentando vender cualquier cosa de comida o bebida a través de las ventanas…una auténtica locura!! En mi interior, por un lado una vocecita me iba diciendo “es una experiencia que hay que vivir”, por el otro unos gritos me repetían ¿qué cojones hago aquí?

Había momentos que conseguía evadirme un poco de esta situación gracias a la música, que me trasladaba a sitios lejanos, y al paisaje. Entonces asomaba la cabeza por la puerta de mi compartimiento y veía PURO INDIA. Empezábamos a viajar a una buena velocidad de crucero y la cosa se movía que te cagas!! Oscurecía poco a poco, ya llevaba muchas horas allí metido pero todavía quedaban muchas más.

Hora de cenar, esta vez la parada fue en otro lugar remoto donde solo había 2 restaurantes llenos hasta la bandera. Me lo tomé con filosofía y me senté en una mesa con una familia que se sorprendió mucho de mi presencia. Comí rápido no sé exactamente qué y volví a mi “zulito”, en compañía de mi amigo Kapuscinski y sus “viajes con heródoto”, el libro que me estaba leyendo esos días. Al poco rato alguien decidió que era hora de dormir y se apagaron todas las luces.

Quedaban más de 8 horas, ya no sabía como ponerme y me parecía imposible poder dormir con los botes que daba el autocar. Cuando estaba en ese dulce momento de semiinconsciencia apunto de empezar a soñar, noté un frenazo brusco, un golpe no excesivamente fuerte y ruido de cristales rotos, nos habíamos quedado sin parabrisas y tardaron 45 minutos en recoger el destrozo. Después de una última parada para beber un te a las 4 de la madrugada, y tras 18 horas de trayecto, llegué a Udaipur.

1 comentario:

viulautopia dijo...

Em recorda als busos bolivians... Desde Bolivia una fortíssima abraçada!! Me cagun el Xavi!! que fa temps q no ens veiem!! fes-te una volta per viulautopia.blogspot.com. Potser hi ha sorpreses!!? JORDI I AGUS